lunes, 8 de marzo de 2010

Danae Titian

El cuadro fue pintado entre el 1553 y el 54,fue pintado en Roma, Italia y seguramente perteneció a la colección personal de Felipe II, aunque hoy lo podemos visitar en el Museo del Prado.
En el mundo de las artes el tema despertó interés desde la misma época clásica, como en vasos griegos de figuras rojas, hasta la actualidad (Burne-Jones, Matisse, Klimt, Schiele), pasando por los grandes lienzos de los pintores renacentistas y barrocos (Corregio, Tiziano, Tintoretto, Gaspar Becerra, Rembrandt, Boucher, Tiépolo...).
La sensual belleza de Danae, todo candor y abandono y, la insólita lluvia de oro, con su atmósfera irreal, hacen que el pintor se adelante tanto por el tratamiento del tema, como por la técnica empleada, a su época. Su influencia será enorme tanto en el Barroco, como en el siglo XIX.
El mito de Dánae está muy difundido en la literatura griega (Hesíodo, Apolodoro de Rodas, Píndaro...), pero también en la latina, pues lo encontramos en Ovidio (libro IV de las "Metamorfosis"), Pausanias, Sexto Propercio ("Elegías"), Virgilio ("Eneida") y en las "Odas" de Horacio. Incluso en la Edad Media, San Agustín recupera este pasaje en el Libro I de sus "Confesiones" como un ejemplo ilustrativo de la influencia perniciosa de la literatura y la mitología paganas.
En Roma también aparece la misma escena, así como otras de la vida de Dánae, con un carácter más narrativo, tanto en las paredes de las casas como en los lumpanares pompeyanos.
En la Edad Media el tema es censurado, pero a finales de la misma, se empieza asimilar a Dánae con la Virge María, por el hecho de concebir sin intervención directa de hombre (espíritu santo), tal como aparecen en algunos códices miniados y en la pintura de Gossaert.
En el Renacimiento se vuelve a la reproducción de la escena mitológica en sí, destacando todos los amores de Zeus y el gusto por el desnudo. Ya en el Manierismo y el Barroco aparecen nuevos matices, tales como el gusto por la riqueza de joyas, vajillas...
El Rococó volverá a utilizar el tema pero desde una vertiente totalmente sensual y sugerente, para disfrute de los sentidos (Boucher). Ya en el siglo XIX retoman el tema los pintores prerrafaelitas, pero serán los simbolistas o modernistas quienes más la representen, con una indudable carga erótica, donde la joven se ve penetrada por la lluvia de oro, deleitándose y gozando con ello.

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